¿Qué soluciones hay?

¿Cómo se fijan los precios de los medicamentos?

¿Puede nuestro sistema sanitario asumir estos precios?

Los laboratorios determinan el precio de los medicamentos en función de la capacidad de los Estados de pagar por tener acceso al tratamiento, una vez calculado también el coste de investigación y producción del mismo. Cuanto más rico es un Estado, mayor es el precio. Generalmente, las autoridades que fijan el precio de un medicamento aceptan alinearse con las exigencias de las empresas farmacéuticas. Desde hace varios años, el precio de los medicamentos está en constante aumento:
Un tratamiento combinado contra la hepatitis C (por ejemplo, Sofosbuvir y Simeprevir), ronda los 40.000€ en países como EEUU o Francia, y unos 13.000 en España, donde hay más de 50.000 personas diagnosticadas. Keytruda, para el melanoma, se venderá a más de 100.000 € anuales por paciente. Glivec, para tratar la leucemia, cuesta en España unos 30.000 por año y paciente.

¿Qué argumentan los laboratorios para justificar estos precios?

Los precios son elevados porque la investigación es cara

Los costes de investigación y desarrollo (I+D) corresponden a los gastos que dedican los laboratorios a elaborar un medicamento innovador y eficaz. La industria farmacéutica justifica el precio tan elevado de los medicamentos aludiendo a estos costes. Pero estos se sobreestiman y los importes reales son confidenciales.
En realidad, la mayoría de fármacos innovadores se basa en la investigación desarrollada en los laboratorios de las universidades y los centros sanitarios públicos. Luego, las empresas farmacéuticas adquieren los descubrimientos más prometedores y desarrollan medicamentos que después compran los sistemas sanitarios de los países, de nuevo con fondos públicos y a unos precios a menudo abusivos. Además, estas compañías reciben deducciones fiscales por promover la investigación, con lo que se cierra el círculo vicioso perverso.

Los precios son elevados porque el beneficio terapéutico es enorme

En teoría, cuanto mayor es el beneficio para el paciente, mayor es el precio. Y, sin embargo, desde hace 20 años, el 74 % de los medicamentos que se comercializan no producen más que ligeros beneficios terapéuticos. Respecto al Sofosbuvir –empleado para combatir la hepatitis C-, el precio se justifica afirmando que permite evitar la cirrosis y el trasplante de hígado, cuya atención sanitaria es muy costosa. Si esta misma lógica se aplicara a otros sectores, un airbag se pagaría al precio de una vida.

Los precios son elevados porque los costes de producción son importantes

Las empresas no comunican jamás a cuánto asciende el coste real de producción de los medicamentos para garantizar un margen razonable sobre las ventas, aunque esto es lo que debería determinar su precio. En el caso del Sofosbuvir, el beneficio es colosal: un equipo de investigadores de Liverpool ha estimado que su coste de producción ascendía a una media de 75 € por 3 meses de tratamiento. A un precio de 41.000 €, el Sofosbuvir se vendería así 400 veces más caro que su coste de producción.